Valentín y Marisi
Mi nombre es Valentín y quiero contaros algo que ocurrió en mi vida. Procedo de una familia media trabajadora de Talavera de la Reina (Toledo). Éramos cinco hermanos. Recordando mi infancia puedo ver una pesadilla muy oscura mientras fui creciendo. Desde muy pequeño mi vida fue caracterizada por una rebeldía poco común a pesar de que mis padres con mucho esfuerzo intentaron enderezar mi conducta en un internado. Todo fue en vano, había algo dentro de mi que se inclinaba a buscar lo malo.
Después de dejar el colegio a los trece años, empecé a frecuentar sitios conflictivos de Talavera y Madrid. Me fui adentrando en torno a una espiral de insatisfacción que nada me llenaba. La escuela de la calle fue robo, agresión, abusos de droga, alcohol y vandalismo (no se necesita contar más). Cada vez el pozo era más negro y profundo. Ingresé en varias prisiones y desahuciado en un hospital, mi vida estaba al borde del abismo, asistido por una máquina que me mantenía con vida.
Ahí fue cuando me di cuenta de que tenía un gran problema. Mi familia me habló de un centro de rehabilitación llamado Betel en Valencia, que era gratuito y así en el año 1992 accedí a probar y aquí empezó la revolución del cambio. Aunque no fue nada fácil, encontré una gran esperanza de liberación. Había algo distinto, un sabor familiar, la gente se interesaba por mí, me ayudaban, me animaban, me hablaban de Jesús, del amor de Dios para mi vida y el Señor me venció, no con fuerza sino con su amor; Ahora sé que mi vida fuera de Jesús no tiene sentido, Él es la llenura de mi vida.
Al cabo de unos años, Dios puso en mi camino a la mujer de mi vida, con la que estoy felizmente casado (Marisi), tenemos dos hijos que son un regalo del cielo, Samuel y Elías; Ahora entiendo que lo que más necesitamos hoy en día son familias con valores y fundamentos bíblicos. En la actualidad mi esposa y yo servimos a Dios en Alicante tratando de aportar algo positivo a la sociedad. Dios ha sembrado en nuestros corazones un deseo de alcanzar y ayudar a los jóvenes y no tan jóvenes que como un día yo, están luchando por salir del mundo de las drogas.