La historia de Eva

Soy Evangelina Nsue, tengo 46 años y nací en Guinea Ecuatorial. Teniendo dos años falleció mi padre, quedando mi madre viuda a temprana edad. A pesar de esto tuve la oportunidad de ir al colegio, terminar el instituto e ir a la universidad, sacando la carrera de Ingeniería Forestal.

A los 27 años me casé, mi vida cambió totalmente y tuve que abandonar mi profesión para ocuparme de la casa. Lo más importante de esta relación fue el nacimiento de mi hijo. Mi madre que había sido el pilar de mi vida, enfermó y yo no pude afrontar cómo ella se iba acabando poco a poco hasta que Dios se la llevó. Mi vida se convirtió en un caos. La pérdida de mi madre y mi fracaso matrimonial me llevaron a un callejón sin salida que me condujo a beber día y noche para olvidar, cosa que nunca ocurrió. Sentía que ya no tenía nada que hacer en este mundo. Lo único que me daba fuerza para levantarme era mi hijo.

Mi hermana contactó con Betel. Ingresé con dudas, pero Dios es grande y maravilloso y desde el primer día encontré una mujer que me recibió y me hizo ver el mundo de otra manera. Su ética profesional y su manera de ser te hacen ver que en esta vida todo tiene solución y que Dios me estaba dando esta oportunidad de cambiar mi vida. Ella, con todo el equipo directivo hicieron todo lo posible para traer a mi hijo a Betel, cosa que siempre les voy a agradecer porque sin él a mi lado no hubiera podido superar esta trayectoria. Lo más importante que he visto aquí es la acogida de toda la gente y en particular del equipo directivo de la casa, de la pastora Lucía, y de mis pastores Oscar y Nines. Doy gracias por su apoyo emocional y espiritual.

He logrado salir de ese hoyo que creía era imposible. Ahora sé que Dios me está dando otra oportunidad de cambiar mi vida y tengo que aprovecharla y seguir adelante.