Pioneros en Brasil

Fran y Monica

Desde muy joven me crié sin padre, aunque mi madre siempre intentó hacer el papel de padre y madre. Comencé a hacer las típicas trastadas que hacían mis compañeros. Esas trastadas se convirtieron en algo más, hasta el punto de verme en un reformatorio con once años. Llegó el tiempo en que me vi totalmente sumergido en el mundo de la heroína, eso también me condujo a la prisión. Allí pasé casi toda mi juventud, con el único deseo de tener cada día una dosis para olvidar todo. Las drogas se convirtieron en la dueña de mi vida.

Me encontraba totalmente perdido por la zona de San Blas, cuando de repente me encontré con Betel. Recuerdo que me dieron un bocadillo y me invitaron a ingresar sin pedirme nada a cambio. Desde ese día muchas cosas han cambiado en mi vida. Conocí a Mónica, que también estaba en el programa por problemas de drogas. Nos casamos, y desde entonces pertenecemos a la gran familia de Betel. Dios nos dio dos hijos, Fran y Victoria y otros dos hijos que tenemos de relaciones anteriores, Patricia y Ahinoa.

Fuimos con un grupo pionero a abrir Betel en Brasil. Estamos muy contentos de estar allí y de lo que Dios está haciendo en las vidas de muchos hombres.

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